Ser cuidador de un paciente oncológico o otra enfermedad crónica es una tarea difícil, ya que sus actividades diarias, laborales y sociales sufren limitaciones y modificaciones importantes.
El cuidador se ve frecuentemente sometido a un estrés causado por el agotamiento físico y/o psicológico y experimenta momentos difíciles en los que la incomprensión, soledad, falta de apoyo familiar o social y toma de decisiones le van a hacer su tarea aún más ardua.
Por otro lado, también puede ser una experiencia muy positiva y gratificante el tener la oportunidad de cuidar a una persona querida.
Todos sabemos que el cuidado del enfermo es muy importante, pero no se puede olvidar que la salud física y emocional del cuidador lo es también.
Es importante mantener hábitos de vida saludables que ayuden a mejorar la condición física y mental tanto del cuidador como del paciente. Cuanto más se cuide mejor podrá ayudar.
Es normal que los cuidadores tengan alteraciones emocionales de un momento u otro por la dureza del cuidado continuado a una persona.
Es frecuente que el cuidador experimente las siguientes sensaciones:
- Miedo: Es normal experimentarlo, aunque sólo sea por la sensación de no poder controlar la situación o simplemente por el hecho de desconocer qué está pasando o cómo evolucionará el tratamiento del paciente.
- Enfado y frustración: Es frecuente este sentimiento ante situaciones límite en las que los cuidadores perciben que no se reconoce el esfuerzo que realizan o ven la situación como injusta por la falta de apoyo de los que le rodean.
- Culpa: La mayoría de los cuidadores tienen sentimientos de culpabilidad en un momento u otro y por diferentes razones (enfadarse con la persona a la que se cuida, dejar otras responsabilidades de lado, etc.).
- Soledad: Se da mucho cuando el cuidador debe estar las 24 horas preocupado del paciente.
- Depresión: Cuando un cuidador presenta síntomas que se sostienen en el tiempo y se intensifican en cuanto a la pena, ambivalencia, tristeza profunda, entre otros, es posible que surja una patología depresiva. Será necesario estar atentos a todos estos síntomas para el tratamiento profesional de los mismos.
Algunos de los signos de alarma para tener presentes en el estado de ánimo del cuidador: desesperanza, tristeza excesiva, pérdida de interés por las actividades habituales, deseo persistente de aislarse socialmente, alteraciones del sueño, irritabilidad, falta de interés sexual, uso excesivo de drogas/alcohol, sentimientos de culpa, pérdida de apetito, ansiedad excesiva, problemas de memoria y dificultad para concentrarse
Por todo lo anterior, es fundamental el apoyo terapéutico y profesional para los familiares que vivencien síntomas que no puedan manejar.
Ps. Barbara González
Equipo Psiquiatras Online