El aislamiento social y la cuarentena han acercado a muchos. En miedo a enfermar, dicen expertos, puede catalizar la toma de perspectiva de los hechos y favorecer una valoración distinta, se pasan por alto los roces existentes, posibilitando el reencuentro.
El distanciamiento de un familiar es una experiencia difícil. Pero además afecta a toda la familia. El daño incluso puede extenderse a través de las generaciones. Así lo indican los testimonios recogidos por el estudio Proyecto de Reconciliación Familiar de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) a cargo del investigador Karl Pillemer de la Facultad de Ecología Humana de esa universidad.
Pillemer publicará un libro en mayo próximo que aborda esa temática, Fault Lines, donde muestra cómo el distanciamiento es una vivencia muy dolorosa y experiencias de familias que han podido superar las heridas del pasado.
Muchas personas sufren ese tipo de divisiones en sus vínculos. Estimaciones de la investigación estiman que solo en Estados Unidos, por ejemplo, cerca de 65 millones de personas viven o han vivido una pelea familiar y posterior distanciamiento.
Pero es posible el acercamiento y quizás también una reconciliación. Existe un elemento que de algún modo favorece dar el primer paso: los momentos de dificultad. Pillemer explica que en los cientos de entrevistas con quienes han experimentado peleas familiares y distancia, se repite que muchas se han superado luego de un acercamiento y posterior reconciliación en etapas de crisis. Y la pandemia por coronavirus hoy, dice, es una crisis.
En redes sociales se ven testimonios que relatan acercamientos con familiares. Hijos o hijas que no se hablaban hace tiempo e incluso años, que han llamado a alguno de sus padres, y lo mismo al revés. Paradójicamente, el aislamiento social y la cuarentena han acercado a muchos.
La pandemia puede provocar un contacto renovado con un pariente después de años, y a veces décadas de distanciamiento. Después de haber encuestado a más de 1.700 personas sobre sus experiencias de distanciamiento y reconciliación, testimonios presentes en su libro, Pillemer señaló está semana en un artículo que “una de las principales razones para salvar una grieta familiar era una sensación persistente de arrepentimiento anticipado”.
¿Cómo llega ese impulso? Muchos fueron motivados por una revelación de que “la vida es corta”, destaca el investigador: “Un ímpetu común fue un grave problema de salud, propio o de sus familiares. Cuando la enfermedad golpeó, se dieron cuenta de que pronto sería demasiado tarde para disculparse, perdonar, levantar el teléfono o enviar la carta conciliadora que llevaba años en el disco duro. Extendieron la mano, y muchas veces salvaron la grieta”.
Impacto en las relaciones
Las medidas de restrictivas instauradas como parte de la estrategia de contención de la infección por coronavirus, sin duda han alterado la forma en que vivimos, “impactando nuestras relaciones interpersonales”, indica Consuelo Aldunate, psiquiatra infantil y de la adolescencia y profesora de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
“Esta pandemia nos afecta a todos: unos porque contraerán el virus, otros porque tendrán familiares infectados, y a todos, porque debemos cumplir con las medidas de protección” indica Aldunate. Y si bien se trata de un aislamiento necesario en términos sanitarios, “es tremendamente anormal, y puede ser vivenciada por las personas de distintas maneras”.
El cómo nos afecte está influido por múltiples factores, detalla la académica de la Universidad de Chile. Entre ellos, nuestras capacidades personales para enfrentar el estrés y tolerar los cambios, y nuestro contexto familiar y relacional.
Es frecuente que aparezcan entonces, dice Aldunate, distintas emociones: “Miedo por lo que pueda pasar, rabia por estar encerrados, impotencia por depender de las decisiones de otros, incertidumbre por los constantes cambios, angustia, aburrimiento, soledad, labilidad emocional, irritabilidad, frustración, descontrol, alteraciones del sueño y apetito, pesadillas, síntomas físicos, etc.”
En ese contexto, algunas personas, a propósito de sus propias biografías y esas vivencias (por ejemplo, la soledad, el miedo o la incertidumbre) pueden visibilizar la necesidad de recuperar algún vínculo significativo, motivando el contacto. “Uno de los temores frecuentes en esta situación es el miedo a enfermar, tanto de contagiarse uno mismo como de que se infecte algún ser querido, lo que pudiera catalizar la toma de perspectiva de los hechos y favorecer una valoración distinta de los acontecimientos, que permita pasar por alto los roces existentes haciendo posible el reencuentro”, indica Aldunate.
Marcela Collado, psicóloga del equipo de Psiquiatras Online, especialista terapia de parejas, indica que en términos generales, en tiempos de crisis e incertidumbre aflora el temor ante sentimientos de pérdida. “Con ello aflora el valor real que damos a nuestras personas cercanas, y así efectivamente se promueve la reconciliación con esas personas. Esto se da especialmente en el caso de adultos mayores no valentes o semivalentes, ya que el resentimiento por una persona tiende a bajar cuando se logra establecer una relación de cuidado”, explica.
“Ante la amenaza del coronavirus, los chilenos hoy nos estamos preocupando más por nuestros adultos mayores. Si eres cuidador/a y por alguna razón albergas resentimientos del pasado hacia la persona a tu cargo, es un buen momento para preguntarte qué puedes hacer para demostrar que aquella persona que en algún momento te hizo daño, es más importante como persona que como ofensora. Finalmente, el amor tiende a emerger por sobre la rabia”, indica Collado.
La ocurrencia del acercamiento dependerá, entre otros aspectos, indica Aldunate, de cuáles hayan sido las razones que produjeron el distanciamiento, cómo ha evolucionado el proceso de separación para cada una de las partes, la situación y la disposición actual de los participantes. “En este mismo sentido, ha habido importantes cambios en nuestras rutinas diarias, tanto en los horarios, como en las actividades que realizamos, e incluso en cómo hacemos las cosas, lo que en muchos casos se ha traducido en una mayor cantidad de tiempo para estar con la familia. Esta oportunidad que nos ofrece el aislamiento para potenciar las relaciones familiares también pudiera ser el gatilante para una reconciliación”, explica.
El enorme impacto que esta crisis sanitaria ha tenido, dice Aldunate, puede implicar un espacio para la reflexión sobre aspectos fundamentales de nuestras vidas, y de cómo queremos vivirla. Estas instancias se pueden dar tanto en lo individual, como colectivamente, integrando a quienes comparten con nosotros este tiempo de encierro. “Otras experiencias de crisis a lo largo de la historia han implicado profundas transformaciones, y esta pandemia no será la excepción. La infección por Covid-19 debiera invitarnos a revisar cómo vivimos en comunidad”.
En este tipo de situaciones nos damos cuenta de cuáles son las personas y las cosas más importantes, agrega Collado: “Pensamos en las necesidades más básicas de la pirámide, como salud, sustento, seguridad, estabilidad económica y emocional. Y si estoy preocupado de las cosas básicas para sobrevivir, no me voy a dedicar a pelear por cosas como el tubo de pasta de dientes”.
Existe una motivación que se activa en estos días de pandemia, señala Pillemer, que lleva a los miembros de la familia a preguntar: “¿Realmente valen la pena las viejas quejas y rencores? Si no me comunico ahora, ¿Covid-19 lo hará demasiado tarde?”. Podría ser, dice, una cara más amable del Covid-19.