La mente humana es tan compleja que nunca se ha entendido por completo, y es emocionante estudiar cómo funciona en condiciones normales.
Sin embargo, explorar sus extremos en situaciones patológicas puede dejarnos boquiabiertos.
Hay muchos trastornos psicopatológicos bien conocidos en la actualidad. Algunos son comunes entre la multitud, por lo que sus nombres nos resultan familiares.
Sin embargo, hay otros que son menos comunes y que son poco conocidos. Un ejemplo de esto es el llamado síndrome de Cotard.
¿Qué es el Síndrome de Cotard?
El síndrome de Cotard, también conocido como delirio de negación, se puede definir como uno de los cambios psicológicos más extraños registrados hasta la fecha.
En el corazón de esta enfermedad mental se encuentra el sentimiento de muerte, por lo que se considera un problema relacionado con la hipocondría.
Sin embargo, como hemos visto, este es un problema más grave porque la persona no tiene miedo de enfermarse, sino que directamente cree que está muerta.
Además de este delirio, estas personas también pueden presentar síntomas depresivos como tristeza, anhedonia (falta de disfrute de las cosas), pensamientos e intentos suicidas, pérdida de apetito o pérdida de la respuesta al dolor.
Esta creencia puede llegar a ser tan fuerte que el paciente puede experimentar alucinaciones olfativas y experimentar olores desagradables, lo que confirma su creencia de que el cuerpo se ha descompuesto.
Finalmente, en los casos más extremos, la gente dice categóricamente que ya está muerta, de modo que todo el cuerpo, toda la vida, no tiene vida. Debido a que creen que su cuerpo no existe o no existe, las personas con esta enfermedad mental pueden hacerse daño y, en última instancia, terminar con sus propias vidas al autolesionarse.
Causas del síndrome de Cotard
Se desconoce la causa oculta detrás del síndrome de Cotard. Algunos autores creen que es el resultado de otras enfermedades como la demencia, la esclerosis múltiple, el Parkinson o la esquizofrenia.
En algunos casos se ha intentado relacionar la aparición del síndrome con determinados cambios neurobiológicos.
Como resultado, se ha sugerido que estas personas pueden estar sufriendo cambios en ciertas regiones del cerebro. Más específicamente, se ha sugerido que la amígdala del paciente estaba hiperactiva y dañada en algunas regiones temporoparietales.
Asimismo, el trastorno se asocia con una reducción en el número de receptores dopaminérgicos en el cerebro.
Los síntomas depresivos se pueden demostrar de esta manera porque la dopamina es un neurotransmisor clave en la respuesta del cerebro al placer. La hipótesis más importante hasta la fecha, sin embargo, es vincular la aparición del síndrome con algunas alteraciones en el sistema límbico.
Se sabe que los pacientes de Cotard están lo suficientemente conscientes como para que el trastorno no pueda explicarse por una falla sensorial.
En cambio, se cree que los errores se ubican en las respuestas emocionales a la realidad percibida.
De esta forma, los pacientes sienten sus experiencias de forma anormal, incluso si sus percepciones sensoriales son correctas. Dado que el sistema límbico es el encargado de procesar nuestras emociones, se ha sugerido que esto tiene que ver con la raíz del problema.
Síntomas
El inicio de los síntomas de este síndrome suele ser repentino. Aunque Cotard parece estar relacionado con un trastorno psiquiátrico anterior, también es posible que haya comenzado sin antecedentes médicos.
A menudo, la persona suele experimentar una fase de ansiedad y síntomas depresivos de duración variable antes de que el síndrome se desarrolle por completo.
Una vez resuelto el síndrome, nos encontramos con los siguientes síntomas:
- Frustrado
- Ansiedad
- Ideación suicida e intentos de suicidio
- Autolesiones
- Ideas delirantes sobre la inexistencia, muerte o descomposición del cuerpo
- Alucinaciones (olores pútridos percibidos, bichos debajo de la piel…)
- Sentir y creer que una persona está muerta
- Analgesia o ausencia de respuesta al dolor
- Autolesiones
Tratamiento
A menudo, el tratamiento de este síndrome implica el uso de medicamentos psicotrópicos, especialmente antidepresivos y antipsicóticos. Estos controlan la depresión y los síntomas psicóticos.
Sin embargo, el principal tratamiento propuesto para abordar este problema es la terapia electroconvulsiva, que tiene éxito en el 80% de los pacientes. Lejos de los inicios de esta terapia, hoy se considera una intervención segura, aplicada de forma controlada por profesionales.
Sin embargo, el tratamiento variará en función de la presencia o ausencia de patología previa o relacionada, por lo que los profesionales de la salud mental deben analizar cada caso para determinar qué intervención es la más conveniente.
El pronóstico de este síndrome depende de cada individuo. Algunas personas se recuperan de forma repentina y espontánea, mientras que otras son más graduales.
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