Los niños suelen empezar a mentir antes de la edad escolar, entre los 2 y los 4 años. Estos intentos deliberados de engañar pueden preocupar a los padres que temen que sus hijos se vuelvan socialmente sesgados.
Pero desde el punto de vista del desarrollo, mentir en niños pequeños rara vez es una preocupación. De hecho, mentir es a menudo uno de los primeros signos de que los niños pequeños desarrollan la “teoría de la mente”, la comprensión de que los demás pueden tener deseos, sentimientos y creencias diferentes a los suyos. Cuando un niño afirma engañosamente: “Papá dijo que podía comer helado”, está utilizando este conocimiento de las mentes de otras personas para desarrollar un conocimiento falso.
Cómo cambian las mentiras con la edad
Las primeras mentiras de los niños pequeños suelen ser más divertidas que efectivas. Imagina a un niño diciendo que no ha comido ningún pastel, o culpando al perro de la familia por pintar en la pared. Los niños más pequeños pueden saber que pueden engañar a otros, pero no son lo suficientemente maduros para hacerlo bien.
Antes de los ocho años, los niños suelen exponerse cuando mienten.
A medida que los niños crecen y se desarrolla su perspicacia, se vuelven cada vez más capaces de comprender el tipo de mentiras que otros creen. También son mejores para defender mentiras con el tiempo.
El desarrollo moral también desempeñó un papel. Es más probable que los niños más pequeños mientan para beneficio personal, mientras que se espera cada vez más que los niños mayores se sientan mal si mienten.
Los niños mayores y los adolescentes también eran más propensos a distinguir entre diferentes tipos de mentiras. Para ellos, las mentiras piadosas se consideran más apropiadas que las mentiras dañinas o antisociales.
Si bien los estudios que estiman la frecuencia con la que los niños y adolescentes mienten son raros, es especialmente probable que los adolescentes mientan a los padres y maestros sobre cosas que consideran un asunto personal.
¿Es la mentira un motivo de preocupación?
A pesar de su prevalencia, mentir entre los niños rara vez es motivo de preocupación. Es importante recordar que muchos adultos también mienten, a veces para bien, como una mentira piadosa para proteger los sentimientos de alguien, ya veces para mal.
Los adolescentes con trastorno de conducta o ODD causan estragos en el hogar o la escuela a través de la agresión persistente y el daño a otros oa la propiedad. Pero para cumplir con los criterios de diagnóstico, la mentira debe ir acompañada de una serie de otros síntomas, como la negativa a obedecer a las figuras de autoridad, las violaciones persistentes de las reglas y la falta de responsabilidad por sus acciones.
Otra razón para que los padres se preocupen es si las mentiras ayudan a encubrir otros problemas de salud mental causados por el miedo o la vergüenza. Por ejemplo, un niño o adolescente con un trastorno de ansiedad grave puede mentir de forma crónica para evitar situaciones extremas (p. ej., la escuela, las fiestas, los gérmenes).
También pueden mentir para evitar el estigma de la enfermedad mental. En estos casos, consultar con su médico o un profesional de la salud mental (como un psicólogo o un psiquiatra) ayudará a aclarar si mentir indica un problema de salud mental.
Mentir es normal desde el punto de vista del desarrollo y es una señal importante de que también se están desarrollando otras habilidades cognitivas.
Equipo Psiquiatras Online