Son estrategias que utilizamos para hacer frente a sentimientos fuertes, para protegernos
-principalmente- de sentir dolor emocional o vergüenza.
Fueron identificados por primera vez por Sigmund Freud y trascendiendo al modelo teórico, se reconoce que usamos estos comportamientos para protegernos principalmente de sentir dolor emocional o vergüenza.
Ellos aparecen de una manera no consciente (subconsciente). Nos permiten protegernos del miedo, la ira, la ansiedad y nos ayudan a mantener nuestra auto imagen y autoestima.
Conocer estos comportamientos nos permite tener una mejor comprensión de aquello que nos sucede, junto con aprender formas de lidiar y/o tolerar situaciones que nos generan sentimientos intensos o desagradables, de una manera más cariñosa con nosotros mismos y que incorpore mayor participación de nosotros en nuestras vidas.
Siempre nos protegen -de la mejor manera que pueden- frente a una situación determinada. El problema surge cuando se utilizan de manera rígida e inflexible, lo que no nos permite dar una respuesta diferente a una situación que demanda o amerita de nosotros esa respuesta diferente, no automática o en modo defensivo.
Aquí revisamos algunos de ellos:
- La negación es uno de los mecanismos de defensa más utilizados. Cuando alguien niega, ignorará aspectos verídicos -y a menudo desagradables- sobre su situación y buscará pruebas que apunten exactamente a lo contrario. Por ejemplo, ante un diagnóstico médico difícil. La negación a menudo proviene de un profundo deseo de rechazar lo que es, para que uno no tenga que experimentar ese dolor de situaciones tristes o aterradoras.
- El desplazamiento significa que una persona re-direcciona una emoción negativa lejos de su destinatario hacia uno que es menos amenazante. Por ejemplo, permitirse en la casa transmitir el enojo o la irritabilidad que una situación laboral nos ocasiona.
- La represión ocurre cuando alguien tiene una experiencia traumática -inesperada, inabordable, impensada- que es demasiado dolorosa para recordar. Para protegernos, nuestra mente aleja el recuerdo explícito y nos impide recordarlo. Sin embargo, esto toma mucha energía por lo que parte de estos eventos pueden mantenerse, o emerger, por ejemplo, en sueños, hasta que la vivencia sea procesada.
- La racionalización ocurre cuando alguien intenta explicar una situación en la que podría verse mal o corre el riesgo de recibir reprobación social y así evitar sentimientos incómodos. Por ejemplo, Justificar algo que sabemos es incorrecto.
- La intelectualización es similar a la racionalización, agregando con ella una distancia que aleje el conectar con estas emociones, utilizando la lógica para enfocarse en algún otro aspecto de una situación. Por ejemplo, enfocarnos en la explicación de algo para dar por alto el efecto emoción que esa situación genera.
- La proyección está descrita como atribuir a alguien más una cualidad -impulso o rasgo- cual el cual no nos sentimos cómodos reconociendo o poseyendo. Pueden ser aspectos negativos, pero también positivos con los que no nos sentimos cómodos.
- La sublimación ocurre cuando alguien dirige emociones o pensamientos inapropiados hacia una actividad que se considera más aceptable socialmente. Un ejemplo podría desviar una adicción sexual hacia el ejercicio para evitar estos problemas. Dando como resultado un comportamiento constructivo aunque no resuelve el problema subyacente.
Una creencia bastante común es -que durante el proceso de terapia- se buscará modificar o anular nuestras estrategias defensivas.
Por el contrario, un proceso terapéutico respetuoso busca trabajar con los recursos y las fortalezas personales para ampliar este kit de herramientas con el que contamos y en vez de actuar en automático, además poder decidir activamente cómo deseamos dar respuesta o hacer frente a cada situación y/o problema que enfrentemos.
Dra. Cristina Sade B.
Equipo Psiquiatras Online