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Lo que oculta el silencio….

El suicidio es una urgencia vital en el contexto biográfico de pérdida de la salud de una persona y también en el debilitamiento de sus redes afectivas y sociales. 

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud cerca de 1 millón de personas se suicida cada año, y por cada suicidio consumado hay muchos más intentos suicidas. Cabe destacar que un intento suicida es el principal factor de riesgo individual para cometer suicidio. El suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15-29 años, después de los accidentes de tránsito. 

En cifras del Ministerio de Salud de 2019, anualmente en Chile 1.800 personas se suicidan y por cada uno de ellos, 20 realizan un intento suicida. Los adultos mayores son el grupo de edad donde es más frecuente el suicidio y le sigue con un 20% jóvenes entre 20 y 29 años. En relación a adultos mayores, cabe mencionar que uno de cada 5 personas de más de 60 años de edad vive con alguna enfermedad de salud mental, donde la demencia y la depresión son las más comunes, seguido por los trastornos de ansiedad y abuso de alcohol. 

Según datos del Servicio Médico Legal, los suicidios en Chile ocurren preferentemente en primavera, no obstante lo más frecuente es en períodos marcados por las fiestas familiares (Navidad, Año nuevo), que coincide con el fin de un ciclo, de gastos económicos, etc.  

El fenómeno del suicidio en Chile parece casi invisible ante los ojos de la ciudadanía y autoridades, aun cuando se trata de la segunda causa de muerte violenta en nuestro país, después de los accidentes de tránsito. Constantemente vemos campañas destinadas a evitar estos últimos, sin embargo no vemos lo mismo en relación al suicidio, lo que nos quita la posibilidad de hacer conciencia sobre el real impacto de este problema de salud pública y deja bajo una aparente decisión personal un problema gestado a partir de una serie de factores económicos, sociales y colectivos. 

Reconocemos 3 componentes en la toma de decisiones de una persona con conducta suicida: un sufrimiento intenso, la falta de recursos psicológicos para enfrentar ese sufrimiento y una desesperanza profunda ante el futuro con la opción de la muerte como única salida. Por lo tanto, aquellos que intentan suicidarse no son valientes ni cobardes, sino personas desbordadas por el dolor psicológico y carentes de esperanza en el futuro. No obstante, muchos de aquellos que atentan contra su vida no quieren morir, es por eso que son más las tentativas suicidas que los suicidios consumados, pero sí quieren detener su sufrimiento, de manera que podrían estar contentos de haber sobrevivido cuando su dolor ha sido controlado. 

Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastorno mentales (principalmente trastornos del ánimo y consumo de alcohol) está bien documentado en los países de altos ingresos, muchos suicidio se producen impulsivamente en momentos de crisis que menoscaban la capacidad para afrontar las tensiones de la vida, tales como problemas financieros, rupturas sentimentales, dolor o enfermedades crónicas.  Además, las experiencias relacionada con conflictos, desastres, violencia, abusos, pérdidas y sensación de aislamiento están estrechamente ligadas a conductas suicidas. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables objeto de discriminación, por ejemplo, los refugiados y migrantes; las comunidades indígenas; las personales lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales; y los reclusos.

Entendemos que los factores causales son infinitos y diferentes en cada caso, sin embargo si nos informamos podemos hacer algo al respecto, tanto cuando el problema nos invade a nosotros mismos como a seres queridos.

Finalmente, si comienzas a sentir que las cosas te abruman o sobrepasan,  o estás más preocupado de lo habitual o irritable, te resulta difícil disfrutar de la vida o te sientes triste y distraído, es importante no aislarse o intentar solucionar las cosas por tu cuenta. En este punto es crucial pedir ayuda. Las primeras fuentes donde puedes hacerlo puede ser tu entorno social o familiar, no obstante es importante considerar en tu búsqueda a los sistemas de salud. Recordemos que la conducta suicida es una Urgencia Médica, por lo que la atención requiere rapidez y puede ser atendida en cualquier centro de salud, para luego recibir atención especializada. O bien, si existe la ideación suicida, es crucial buscar ayuda en salud mental y compartir esta información con tu tratante. Una vez que comenzamos a hacernos cargo de la situación actual, es de suma importancia incluir a aquellas personas más cercanas en tu vida a tu cuidado, de esta forma disminuimos el riesgo de tentativas suicidas.Por otro lado, si conoces a alguien que tenga ideas suicidas y ha pedido tu ayuda, algunas de las cosas que puedes hacer son: Escuchar sin juzgar, validar sus sentimientos, acompañar, orientar a buscar ayuda profesional y seguir acompañándola, alertar a otras personas cercanas que puedan colaborar y ofrecer ayuda en temas prácticos que puedan alivianar la vida cotidiana.

Dra. Sophia Igor

Medico Psiquiatra

Equipo Psiquiatras Online


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