• Augusto Leguía Sur 79, of. 407, Las Condes, Santiago de Chile

Las emociones que te enseñaron a evitar y cómo te están afectando ahora

Desde pequeños, aprendemos qué emociones son “aceptables” y cuáles no. A muchos nos enseñaron que sentir tristeza, enojo o miedo era una señal de debilidad o inmadurez. Frases como “No llores”, “No te enojes” o “No tengas miedo” se grabaron en nuestra mente, convirtiéndose en órdenes internas que nos empujaron a reprimir lo que sentíamos. Pero, aunque ocultar estas emociones parezca una forma de protección, con el tiempo, lo que se reprime no desaparece: se transforma y pesa.

Las emociones que aprendiste a evitar no se quedaron atrás; hoy se manifiestan en tu cuerpo, tus relaciones y tu bienestar emocional. Ignorar lo que sientes no es gestionarlo, y aquello que no se expresa, se acumula.

Las emociones que más solemos reprimir y su impacto oculto

  • Tristeza: Te enseñaron que estar triste es ser débil, así que finges estar bien. Con el tiempo, esa tristeza no expresada se convierte en apatía, desmotivación o sensación de vacío.
  • Enojo: Aprendiste que la ira es peligrosa o inadecuada, así que la callas. Pero el enojo reprimido se convierte en irritabilidad, cinismo o explosiones emocionales inesperadas.
  • Miedo: Te dijeron que “no tengas miedo” en lugar de enseñarte a enfrentarlo. El miedo que ignoras se transforma en ansiedad, inseguridad y parálisis ante el cambio.
  • Vulnerabilidad: Te enseñaron a ser fuerte siempre, a “aguantar”. Pero reprimir la vulnerabilidad te aísla, te impide pedir ayuda y genera soledad emocional.

Estas emociones no son negativas; son naturales y necesarias. El problema no es sentirlas, sino negarlas. Las emociones reprimidas buscan salidas: a través del cuerpo (dolores, insomnio, tensión), de la mente (estrés, ansiedad, bloqueos) o de las relaciones (distancia, conflictos, dependencia).

Cómo te afectan las emociones que aprendiste a evitar

  • Desconexión emocional: Si pasas la vida reprimiendo lo que sientes, terminas perdiendo contacto con tus emociones, lo que te impide disfrutar, amar y conectar con autenticidad.
  • Patrones destructivos en tus relaciones: La ira no expresada se convierte en resentimiento, y la tristeza oculta, en distancia emocional. Ambos destruyen vínculos.
  • Síntomas físicos inexplicables: Dolencias como migrañas, problemas digestivos o dolores musculares suelen ser el cuerpo expresando lo que tú callas.
  • Crisis emocionales inesperadas: Tarde o temprano, lo reprimido encuentra una salida. A veces, en forma de ansiedad, ataques de pánico o explosiones emocionales.

Cómo empezar a escuchar lo que has callado

  • Valida tus emociones: No hay emociones buenas o malas. Cada emoción cumple una función. Pregúntate: “¿Qué me está diciendo esto que siento?”.
  • Permítete sentir: Si llega la tristeza, llora. Si aparece el enojo, exprésalo de forma saludable. Las emociones se procesan viviéndolas, no evitándolas.
  • Escucha tu cuerpo: Tu cuerpo suele sentir lo que tu mente evita. ¿Dónde sientes tensión? ¿Qué te está diciendo esa incomodidad?
  • Comparte lo que sientes: Hablar con alguien de confianza libera lo que pesa. Poner en palabras tus emociones es parte de sanarlas.

Pero desenterrar emociones reprimidas es abrumador, si llevas años evitando sentir. Es aquí donde la terapia es fundamental. Con ayuda profesional, puedes explorar esas emociones guardadas, entender su origen y aprender a gestionarlas sin miedo.

Si sientes que estás cargando más de lo que puedes sostener o que tu cuerpo y tu mente te están pidiendo a gritos sentir lo que has callado, no tienes que hacerlo solo. Podemos acompañarte a encontrar tu voz emocional y a sanar desde la raíz.

Equipo Psiquiatras Online


Agenda aquí
  • ONLINE
  • PRESENCIAL

Deja una respuesta

×