Se trata de un impacto, una transferencia donde el dolor emocional, físico o social que sufre una persona en un momento determinado, que se pasa a otras generaciones, van más allá del simple comportamiento aprendido.
El ambiente puede cambiar la expresión de algunos genes. Esto no es nuevo. El trauma intergeneracional tiene su inicio en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Algunos trabajos demostraron cómo los sobrevivientes al holocausto sufrían pesadillas, problemas de comportamiento y afectivo, donde quedaba en evidencia el trauma original del abuelo contenido de varios modos en los nietos.
Todo esto influye en el estilo de crianza y el patrón educativo, por el peso del recuerdo y la narrativa consciente que envuelve esta dinámica familiar.
Se puede pensar en el efecto que se asocia al hecho de haber sufrido desnutrición. Pensemos en el impacto genético que puede ocasionar el miedo y sufrimiento expresado en los niveles de cortisol elevados que por años llevan causando estragos en el cuerpo.
Un ejemplo para entender mejor el concepto
Isabel padeció abusos sexuales. Un familiar fue el culpable. Cometió este acto por parte de su infancia y adolescencia. Creció en un entorno donde su madre era maltratada, cuando logró salir de esto, se negó a recibir apoyo por el trauma, quería cerrar el capítulo lo antes posible.
Esa huella siguió latente y de muchas maneras:
- Ansiedad
- Poca autoestima.
- Depresión.
- Problemas alimenticios.
Además de un sistema inmune débil, las defensas bajas y propenso a infecciones, gripes y alergias. Isabel tiene un niño de siete años. Es su mundo. Aunque se ha dado cuenta de que criarlo es cada día más complicado.
Duerme mal, tiene problemas de atención, rabietas y se comporta desafiante.
A Isabel la llaman del colegio para informar su comportamiento, siente que hace algo mal con la crianza.
El impacto en la genética
Isabel no puede dudar de su poder como madre. Muchos traumas no tratados generan consecuencias. Los niveles elevados de cortisol en sangre durante la gestación afectan el desarrollo del feto.
Un duelo no afrontado o un trauma no gestionado, conforma una especie de cortocircuito neuronal. Esto llega hasta el ADN, lo altera de modo que los descendientes quedan atrapados, sin saberlo en una especie de solidaridad colectiva e inconsciente con el trauma original.
La epigenética y el trauma intergeneracional
Sabemos que heredamos los genes de nuestros padres y esto define nuestros rasgos físicos, inteligencia y hasta la tendencia a heredar algunas enfermedades.
Aunque creer que por los cromosomas llegan traumas cuesta un poco más creerlo. La epigenética dio un salto en esto. Sucede por una etiqueta denominada epigenoma. Lo que hace que este elemento es algo tan fascinante como impactante a la vez.
En estos casos lo que se tiene que hacer es encontrar mecanismos y estrategias para lidiar con el pasado y superar los traumas, evitando de este modo transferirle a las otras generaciones lo que sufrimos en nuestra existencia.
Esto permitirá dar lo mejor de sí mismo a cada uno, trabajar la conducta y hacer de él una persona feliz, madura y con inteligencia emocional.
Equipo Psiquiatras Online