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Cómo lidiar con la ansiedad por traumas infantiles sin resolver

Los eventos que causan desequilibrio en el desarrollo emocional de un niño pueden impactar su forma de interactuar con el mundo y sus relaciones interpersonales. Por otro lado, la ansiedad es una respuesta natural ante situaciones amenazantes y desempeña un papel crucial en la supervivencia humana al ayudarnos a evitar o confrontar peligros. Sin embargo, surge un problema cuando esta respuesta se vuelve crónica o excesiva en comparación con las circunstancias reales.

Sobreactivación de tu sistema nervioso

Cuando un niño experimenta situaciones difíciles, su sistema nervioso puede sobreactivarse, resultando en una respuesta intensificada de lucha, huida o bloqueo ante situaciones estresantes. Esta mayor sensibilidad al estrés en la infancia puede persistir en la vida adulta.

La interiorización del problema

En segundo lugar, los niños actúan como «esponjas», absorbiendo las conductas de los adultos a su alrededor. Si los adultos en su entorno se expresaban mediante gritos o comportamientos físicamente violentos que generaban tensión, es probable que estas respuestas emocionales sean aprendidas y replicadas en la vida adulta, lo que aumenta la probabilidad de experimentar estrés y ansiedad.

Problemas emocionales

En tercer lugar, la presencia de traumas durante la infancia puede interferir en la capacidad del niño para regular y expresar sus emociones, lo que dificulta su habilidad para manejar el estrés de manera efectiva. Esta dificultad puede persistir en la edad adulta, potencialmente dando lugar al desarrollo de trastornos de ansiedad.

Efecto bola de nieve

En último lugar, los traumas pueden incrementar la susceptibilidad a desarrollar problemas de salud mental, estrechamente ligados a la ansiedad. Un caso ejemplar es el de Lucía, quien experimentó su primer ataque de ansiedad en un concurrido centro comercial, justo antes de las vacaciones de Navidad durante su primer año universitario. De repente, Lucía se sintió invadida por una creciente sensación de nerviosismo. Su corazón empezó a latir con rapidez. Los ruidos parecían ensordecedores y las luces, deslumbrantes y borrosas. La respiración se le dificultó enormemente. Sus piernas temblaron y el sudor no cesaba. Un torbellino de pensamientos negativos y catastróficos invadió su mente, creyendo que podría sufrir un infarto fulminante. Finalmente, logró salir y refugiarse en su automóvil. Lleno de nerviosismo, llamó a su amigo Antonio, psicólogo de profesión. Él le explicó que estaba atravesando un ataque de ansiedad y le proporcionó algunas pautas para manejarlo sin recurrir a asistencia médica. Pocos días después, Lucía se reunió con Antonio para conversar. Le confesó que desde su adolescencia había sentido una constante opresión en el pecho, viviendo en un estado de alerta constante, anticipando peligros inminentes. Sin embargo, nada se comparaba a lo vivido en el centro comercial.

Siguiendo los consejos de Antonio, decidió iniciar terapia, durante la cual descubrió que había sido testigo y víctima de maltrato físico y psicológico por parte de sus padres a lo largo de su infancia y adolescencia. La separación conflictiva de sus padres cuando tenía diez años dejó secuelas emocionales profundas. Su adolescencia transcurrió marcada por el miedo constante y una sensación de peligro siempre presente en su vida cotidiana.

Estos traumas de su infancia tuvieron un impacto profundo en su desarrollo emocional y en su percepción del mundo, que seguía percibiendo como hostil y amenazante, incluso cuando ya no vivía las situaciones conflictivas de su pasado. A través de la terapia, pudo explorar y comprender mejor la conexión entre su miedo infantil y su ansiedad actual, logrando gradualmente superarla. Para concluir, en la actualidad existe una sólida base científica que respalda la relación entre experiencias traumáticas en la infancia y el mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad en la vida adulta. Organizaciones como la APA (Asociación Americana de Psicología) han compilado investigaciones que respaldan cómo el abuso, la negligencia y la exposición a eventos traumáticos durante la infancia aumentan las posibilidades de desarrollar trastornos de ansiedad en la adultez.

Es fundamental destacar que abordar la ansiedad relacionada con traumas infantiles requiere una terapia enfocada en el trauma, que facilite el procesamiento y la superación de estas experiencias.

Equipo Psiquiatras Online

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