Cuando como padres de hijos adolescentes nos vemos enfrentados a la pregunta ¿lo dejo tomar alcohol o todavía no? ¿A qué edad habrá que decirle que sí? Si todos sus amigos toman ¿tendré que decirle que sí? ¿Es mejor que aprenda a tomar y lo haga aquí en la casa conmigo o me sostengo en el “no”?
Para encontrar la respuesta a esas preguntas es importante saber algunas cosas al respecto.
- Tomar alcohol antes de los 15 años aumenta 4 veces el riesgo de desarrollar dependencia en algún momento de su vida, comparado con quienes empezaron a beber después de los 20 años.
- Los adolescentes que beben alcohol presentan un riesgo mayor de consumir otras drogas como el tabaco, marihuana y otras sustancias psicoactivas, además de ser más propensos a tener comportamientos sexuales de alto riesgo, exponiéndose a un embarazo no deseado e infecciones de transmisión sexual.
- El riesgo de sufrir un accidente aumenta por la pérdida de reflejos, la desinhibición, sensación de control, euforia y el déficit perceptivo ocasionado por el alcohol.
- Por otro lado, debemos considerar que a mayor cantidad de alcohol ingerido, mayor agresividad y episodios de pérdida de conocimiento, llegando incluso a provocar la muerte por intoxicación.
¿Por qué no tomar durante la adolescencia?
La presencia de alcohol en un cerebro en desarrollo es capaz de alterar los procesos neuromadurativos normales de la adolescencia.
El cerebro termina de madurar hacia fines de la adolescencia. Las neuronas del lóbulo frontal y corteza prefrontal van recubriéndose de mielina, una sustancia que ayuda a acelerar los impulsos nerviosos.
Esta parte (frontal y prefrontal) del cerebro, es la responsable de funciones como la planificación, organización y control de impulsos.
El consumo de alcohol en la adolescencia puede tener efectos nocivos e irreversibles en la mielinización, interfiriendo en la manera en que las células nerviosas normalmente envían, reciben y procesan la información.
El cerebro posee un circuito de gratificación, el cual controla y regula nuestra capacidad de sentir placer. El alcohol y otras drogas sobreestimulan este circuito, produciendo cambios en el cerebro y esto puede llevar a la adicción. Una vez iniciado el consumo, los jóvenes pueden pasar rápidamente a la dependencia.
A menor edad de consumo, mayor es el riesgo de desarrollar alcoholismo.
El consumo de alcohol antes de los 18 años puede alterar la concentración, memoria y aprendizaje, disminuyendo así el rendimiento escolar.
En la adolescencia el control de las emociones y la conducta aún se encuentran en desarrollo, por lo que existe un mayor riesgo de descontrol frente al consumo de alcohol.
Si como madre o padre de un hijo adolescente te está resultando significativamente difícil manejar situaciones complejas con él o ella, no dudes en pedir apoyo profesional para acompañarte en esta crucial labor que requiere de mucho amor y firmeza.
Psicóloga Daniela Espinosa
Equipo psiquiatrasonline.com